Los arietes no eran la única manera de enfrentarse a los sitiados, que amparados detrás de sólidos muros eran capaces de aguantar largo tiempo. Estaban las “torres”, construcciones de madera, con ruedas, capaces de acercarse a las murallas y desde una altura mayor que éstas lanzar toda clase de objetos contundentes contra los defensores. Lo mejor era utilizar una combinación de ambas armas, de esta manera se lograba una acción conjunta que reforzaba el ataque y permitía concentrar más fuerzas en un mismo punto. En el año
jueves, 30 de octubre de 2008
Armas de la antigüedad. II
miércoles, 29 de octubre de 2008
Armas de la antigüedad. I
Solemos considerarnos en el siglo de la tecnología, despreciando lo que se ha hecho en el pasado, y más aún en la antigüedad… pero nuestro punto de vista adolece de bastante ignorancia. Tomemos por ejemplo el caso de las ciudades amuralladas y los aparatos que se inventaron para vencer estos obstáculos. Entre las máquinas de asedio figuran en un lugar destacado los “arietes”, esas estructuras generalmente de madera, con punta de metal, que pugnaban por hacer un agujero en la muralla y por allí penetrar al asalto de la ciudadela. Según cuenta Ivon Garland (en su libro “La guerra en la antigüedad”) esta arma fue inventada en el asedio de Samos (440-
Los mayores arietes de los griegos fueron construidos en el -305 durante el asedio de Rodas, éstos tenían una viga de
En la imagen un ariete posterior, tecnológicamente más avanzado, con iguales dimensiones que el mencionado pero que sólo necesitaba cien hombres (10 veces menos) en su dotación para ser utilizado.
Una tecnología complicada, que en trance de tener que reinventarla en estos días seguro que muchos no tendrían ni la menor idea de cómo hacerlo.
sábado, 18 de octubre de 2008
Richard Overy
El ejército USA
Excelente escritor que sabe aunar la visión general estratégica con los incidentes tácticos, incluyendo la anécdota personal que le ofrece al lector un toque humano muy cercano. Atkinson es periodista e historiador, y aunque muchas veces renegué contra los periodistas (por su escasa información en términos técnicos –lo que en sí no es culposo, pero resulta “doloso” si se oculta- y por la falta de conocimientos históricos de base) esta vez tengo que reconocer que le otorga a la narración un colorido y dramatismo muy eficaz para poder representarnos las operaciones a distintos niveles de análisis.
Su primer libro “Un ejército al amanecer” cuenta como el ejército norteamericano se hizo adulto… a golpes, y su segundo libro “El día de la batalla” prosigue la narración mostrando como, luego de innumerables errores, el mismo ejército terminó siendo una fuerza creíble (algo que los ingleses tardaron bastante en asimilar).