domingo, 7 de diciembre de 2008

¿Es la lucha contra el terrorismo una verdadera guerra?

¿Es realmente la guerra contra el terrorismo una verdadera guerra?

Una pregunta que me he formulado varias veces, desde el atentado a las Torres Gemelas, y cuya respuesta me parece no evidente.

En un sentido general la palabra “guerra” se usa para cualquier clase de lucha que persista, no sólo contra países sino también contra personas o figuras del código penal (“guerra contra la pobreza”, “guerra contra el fraude”, “guerra a los maltratadores de mujeres”). Más tengo la percepción que el presidente Bush no se refería a esta clase de “guerra”. Había una connotación tradicional en sus palabras, y ello implica algo muy parecido a una guerra de un Estado contra otro. Y aquí es donde empiezan las complicaciones porque uno de los contendientes sí es un Estado, (por cierto el más poderoso del planeta), pero por la otra parte no hay un  País, aunque alguno pueda ser acusado de dar cobijo a los terroristas y por lo tanto estar indirectamente implicado. Se trata de grupos de civiles semi-armados, civiles anónimos que llevan a cabo una guerra de guerrillas muy peculiar, donde más que enfrentarse con las fuerzas militares del adversario lo que buscan es crear un estado de incertidumbre y angustia permanente atacando preferentemente objetivos también civiles. Si a algo se parece, a mi modesto entender, es a una infección “bacteriana” dónde éstas, agrupadas en colonias minúsculas pero muy extendidas, desarrollan su tarea de infección y postración.

Una guerra de esta clase tiene muchas probabilidades de generar graves errores de “fuego amigo”, algo equivalente a matar moscas con cañonazos.

Por otro lado, la extensión de la infección se vislumbra inquietantemente ambigua y quien lea el libro de Loretta Napoleón, Yihad, tendrá una prueba cabal de ello.

Se ha hablado de Al-Qaeda como una empresa franquiciadora del terrorismo y por lo tanto con una capacidad de extensión tan considerable como el terreno abonado donde fructifiquen sus ideas; yo la veo más bien, en una perspectiva biológica, como un cáncer en proceso de metástasis. Si fuera así, no necesariamente el pronóstico sería mortal, pero bien podría convertirse en crónico debido al equilibrio que se establece entre las poderosas fuerzas de represión y la capacidad de reproducción de este maligno microorganismo.

Me gustaría, si alguien tiene oportunidad de leer estas líneas (y se encuentra con el ánimo dispuesto) que escribiera algún comentario sobre estas reflexiones. Naturalmente si son de crítica y ella está fundada, me servirían de mucho. 

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