jueves, 3 de mayo de 2007

Japón, a principios del siglo XX

El libro Los Guerreros del Oro, de Sterling Seagrave y Peggy Seagrave, merece leerse para tener una idea de lo que pasó a fines del siglo XIX y principios del XX en el Este de Asia. Una recensión del libro se encuentra en < http://librosylecturas.blogspot.com/search?q=Los+guerreros+del+oro>
El 8-febrero de 1904 Japón lanza dos ataques sorpresa, uno contra la base naval rusa de Vladivostok y otro contra dos buques de guerra rusos anclados en el puerto coreano de Inchon. La flota del Báltico, rusa, enviada en largo viaje por el Zar para combatir a los japoneses es derrotada en la batalla de Tsushima, en mayo de 1905. Como consecuencia Rusia pide la paz y cede a Japón el sur de la isla de Sajalín, sus contratos comerciales con Manchuria y el control de su línea ferroviaria que atravesaba la zona.
Japón, inmediatamente declara la guerra a Corea y la toma bajo su dominio. El 22-agosto de 1910 Corea deja de existir como país es incorporada al territorio de Japón. Los japoneses instauraron una férrea dictadura para aplastar cualquier reacción coreana y establecieron una policia omnipresente, la Kempeitai, similar a la gestapo nazi, para erradicar cualquier respuesta de patriotas coreanos. Los japoneses expoliaron sistemáticamente toda la península coreana, utilizando extensivamente la intimidación, el chantaje, el secuestro y la brutalidad con los prisioneros, más de 140.000 en 1918. Toda Corea fue despojada, tanto de sus obras de arte, como de los productos agrícolas básicos, llevándolos en masa a Japón donde sirvieron para diversos fines políticos y para alimentar las ricas colecciones privadas de arte. Según el historiador coreano Yi Kibeck, el objetivo de la invasión japonesa fué: "erradicar la conciencia de una identidad nacional coreana, empezando por sus raíces, y borrar de ese modo de la faz de la tierra la existencia misma del pueblo coreano" ( pag.9, op. cit.).
La experiencia exitosa de Corea, llevó a los japoneses a invadir Manchuria y a establecer un gobierno títere que le permitiese las manos libres. El caso de Manchuria era diferente al de Corea, ya que carecía de grandes riquezas, en cambio el país tenía buena tierra, bosques y depósitos minerales que estaban listos para ser explotados. Y así fue, una rapiña desenfrenada se abatió sobre esta zona, del tamaño de dos Texas, y así fue como Manchuría se convirtió en el período de entreguerra en el principal centro asiático de drogas duras y en una colonia esquilmada del Japón imperial.

El detalle de esta operación puede leerse en el libro mencionado, y cómo tenemos muy poco material en español, la información que ofrece es esencial.

La ocupación de Manchuria sirvió al ejército japonés para establecer una base contra China y la zona fue utilizada para una serie de campañas relámpago sobre el Imperio del Centro ocupando cuatro provincias chinas; y para más recochineo el Japón anunció la “independencia” de Manchuria que pasó a llamarse Manchukuo con Pu-Yi al mando; el último emperador manchú de China encontró un gobierno que en realidad nunca pudo ejercer.

La historia de Pu-Yi y cómo colaboró con la ocupación japonesa en detrimento de su país es lamentable y en un mínima parte fue reflejada en la película “El último emperador” dirigida por Bernardo Bertolucci; lo que en la película no aparece es el duro régimen estblecido por los japoneses en todo el territorio supuestamente independiente. Una historia de saqueos y expoliación que todavía espera ser conocida y reconocida en nuestro mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ma ayudo bastante l-ko
tx 2 U
es bastante
interesante
la historya